lunes, 18 de diciembre de 2017

Sócrates fue el primer ‘coach’ de la Historia

Sin periodistas no hay periodismo. Sin periodismo, no hay democracia”. Esta afirmación, que he leído hoy mismo en un comunicado de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), sirve a esta organización para manifestar su rechazo a la propuesta del Gobierno de crear una comisión de control sobre noticias falsas.

La FAPE estima que deben ser el código deontológico y la ética de los profesionales los que se encarguen de cribar la información real del resto y, además, reclama la incorporación al sistema educativo español de la asignatura ‘Periodismo y Comunicación’; una disciplina que permita trasladar las habilidades con las que desarrollar la capacidad crítica. Todo para conseguir discernir entre información y opinión, o detectar -al menos desconfiar-, de esas falsas noticias que finalmente son bulos con los que se pretende manipular a la opinión pública.

Es una petición pertinente aunque, en mi opinión, esa asignatura se llama Filosofía, una materia relegada por la última reforma educativa (el equipo de Wert la convertía en optativa a partir de 2º de Bachillerato, dependiendo de cada Comunidad Autónoma) que desde hace dos años hace que un estudiante pueda terminar bachillerato sin apenas tener contacto con la ‘Teoría de las Ideas’ de Platón y su ‘Mito de la caverna’ con la lucha entre la apariencia (el mundo de los sentidos) y lo real (representado por el conocimiento); la ‘Crítica de la razón pura’ de Kant para averiguar dónde están los límites del conocimiento; averiguar la existencia del hombre de Sartre y Camus, o la prevalencia de la voluntad del ser humano sobre la razón que postulaban Schopenhauer y Nietzsche. Y eso ha pasado en los colegios de Madrid, Galicia, Navarra, Euskadi, Castilla y León, y Castilla-La Mancha.

Como decían algunos de los profesores afectados que clamaban contra esta iniciativa, “la adolescencia es una edad estupenda para hacerse preguntas”, y la filosofía es una llave fantástica para hacerse adultos. Desde los griegos, la filosofía siempre ha representado la conciencia crítica de una época. Ayuda a pensar, a replantearnos todo lo imaginable y a poner en duda el bien y el mal, la justicia, la verdad y la mentira. Y eso sirve para construir mentes abiertas.

Ahora parece que se propone recuperar su obligatoriedad y, dicen, que a aumentar su ‘peso’ en el Bachillerato. De hecho, ya hay acuerdo político. Parece, al menos eso quiero creer, que han entendido que la filosofía enseña a reflexionar, a analizar, a discutir, a trabajar tanto individualmente como en equipo. Adiestra a las mentes a pensar, a formar conciencias, a racionalizar incluso los sentimientos; en definitiva, a ser más libres.

En un mundo como el actual, y al que previsiblemente estamos abocados, lleno de ruido informativo, de voces dogmáticas, con manipulación brutal de contenidos, repleto de altavoces de ‘fake news’, de imposturas, de viralidad de tubo de ensayo creada en departamentos de comunicación, de sensacionalismo, de ocultación de la verdad, de campañas de prestigio y desprestigio… precisamos de algo que nos permita alejarnos de los comportamientos gregarios y nos ayude a pensar, reflexionar y discernir entre lo real, lo falso y lo verídico. Sócrates, el primer ‘coach’ de la Historia lo tenía claro: “No puedo enseñar nada a nadie. Solo puedo hacerles pensar”.

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