sábado, 22 de julio de 2017

El mensaje de la superación

Rain Man, en 1988, y su protagonista, Dustin Hoffman, nos ofrecían uno de los primeros acercamientos cinematográficos a la enfermedad del autismo. Nos mostraba a un ser muy especial con habilidades singulares (en este caso eran las matemáticas y la memoria), incapaz de comunicarse y de establecer una vinculación afectiva y emocional de una forma natural con su entorno.
Pero eso era ficción. Esta historia es real. Carly Fleischmann es una joven canadiense de veintipocos años que escribe un blog, tiene cuenta en Facebook con más de 200.000 followers, y en Twitter, desde 2009, con 57,3K seguidores y ha publicado un libro autobiográfico de cierto éxito (coescrito con su padre). Hasta ahí, casi normal. Lo que ya sorprende mucho más es que cuando tenía dos años los médicos le diagnosticaron autismo severo y una enfermedad motora verbal que la impedía hablar. El pronóstico fue muy duro: solo desarrollaría las habilidades intelectuales de una niña pequeña.

Sus padres no se dieron por vencidos y desde ese momento la niña recibió cuidados especializados hasta que un día, cuando tenía 11 años, descubrió un ordenador y escribió las palabras 'hurt' (duele) y 'help' (ayuda). Un mensaje que cambió toda su vida.

Los terapeutas cambiaron de estrategia y recurrieron al teclado de un ordenador para obrar el milagro. Además de lograr romper la barrera del silencio comenzaron a conocer por boca (o mejor dicho, por dedos) de la propia Carly cómo funciona el cerebro de un autista y los conflictos que provocan algunos de sus estados más violentos. La niña explicaba cómo en ocasiones las imágenes de una cara, la de alguno de sus familiares o médicos, se transmitían a su cerebro como una sucesión interminable de miles de fotogramas. Un bombardeo que cortocircuitaba su mente y que la hacia convulsionar y dar gritos de angustia y desesperación. Se entiende cuando se explica, ¿verdad?

La tecnología le sirvió para lanzar su SOS de ayuda. Los que estaban a su lado lo oyeron y juntos despejaron el camino de rocas y obstáculos, lo justo para que Carly pudiera establecer comunicación con su entorno y trasladar sus mensajes.

Esta es una de esas historias que no sabes hasta qué punto creer pero, si le quitamos la parte más emotiva, nos sirve perfectamente para dar un ejemplo de cómo la comunicación, que alguna vez nos parece imposible establecer, debe buscar los caminos que hagan posible trasladar sus mensajes y hacerlos comprensibles a todo el mundo. Es el mensaje de la superación.

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