domingo, 7 de agosto de 2016

Realidad aumentada

Mi verano está siendo marcado por la realidad ampliada, pero no la de Pokémon Go, sino la de un calor sofocante al que sólo consigo combatir con cortas estancias en la piscina, justo a esas horas en las que incomprensiblemente no hay niños ni señores mayores haciendo anchos, y por series como “Stranger Things”, dirigida por los hermanos Matt y Ross Duffer, protagonizada por una espléndida Winona Ryder acompañada de un grupo de adultos (los menos), niños y adolescentes increíblemente reales, y creada para Netflix (aunque dicen que antes pasó por veinte manos que la despreciaron).

Una serie que reúne varios géneros en ocho capítulos. A saber: Ciencia ficción, Terror, Suspense psicológico, Misterio, y lo que se ha dado a conocer como Supernatural fiction. Eso sí es realidad aumentada. Como lo es ver las fotos de Alepo, en Siria, antes y después de la guerra, o el incendio de un paraíso, como la isla de La Palma.

Y lo que son las cosas. Yo iba a ir de vacaciones a La Palma el 3 de agosto, justo el día en que a un estúpido se le ocurrió hacer una estupidez y dio comienzo el fuego. La sensación de recibir la noticia fue rara, lo sigue siendo su seguimiento. Yo podía estar allí ahora, sufriendo las consecuencias en primera persona; y sin embargo lo hago desde casa, intentando recrear (volvemos a la realidad aumentada) qué estaría haciendo allí en esas circunstancias.

Algunos de mis amigos me intentan consolar (por no haber podido tomar mis vacaciones e ir a la ‘Isla bonita’) diciendo que es una señal, que no era mi destino, por lo que volvemos a lo sobrenatural, y a la teoría filosófica de la causalidad y de que nada es por azar, todo está predeterminado. Pero, entonces, ¿dónde queda nuestra libertad de albedrío e, incluso, de librepensamiento? Es domingo y mi realidad aumentada me llevará a desayunar en una terraza, lavar el coche y volver a pensar si la pérdida de mis vacaciones debo tomarla como una señal del destino o una enorme putada.