viernes, 20 de marzo de 2015

Vuelvo a ser un ‘laboral walking dead’

Desde ayer tengo más tiempo libre para dedicarme a mis pasiones (ver cine, series, leer, pasear bajo el sol y otras aficiones menos confesables). ¿El comienzo del puente? Pues no. Me he vuelto a quedar en paro. Sí, hijo. Otra vez. La enésima. Y he pensado… si la última vez que encontré trabajo dejé de escribir en mi blog, quizás lo más lógico sería que lo retomase ahora que he vuelto a engrosar las filas de los sin trabajo, esos “laboral walking dead” que deambulan por las calles/Internet en busca de carne fresca/contrato de trabajo y que normalmente tienen que acostumbrarse a pasar hambre o saciar su apetito con, en el mejor de los casos, breves mordisqueos a los cuerpos (empleos temporales y precarios) que puedan ir apareciendo de vez en cuando.
Ayer aproveché mi primer día como parado para ver en horario diurno una película, “Nightcrawler”, escrita y dirigida (su primera incursión en esta labor) por Dan Gilroy, que tiene como protagonista a Jake Gyllenhaal (el vaquero moreno de “Brokeback Mountain”). Aunque IMDB la cataloga como integrante del género “Crimen-Thriller”, yo la ubico más dentro del género “Periodismo televisivo”. No obstante, elabora un retrato de la calaña moral de algunos trabajadores y empresarios (en este caso del gremio periodístico) y su falta de escrúpulos para mantenerse a flote a ellos mismos o a su empresa, aunque eso signifique utilizar métodos ilegales y amorales. Todo vale para aumentar el share y satisfacer el ansia de morbo de la audiencia, sin importar el precio.

En alguna medida sería una versión negra de la delirante comedia “Primera plana”, dirigida por Billy Wilder y protagonizada por Jack Lemmon y Walter Matthau, en la que se cuenta la fuga de un preso que esperaba su ejecución en el pasillo de la muerte y las maniobras (totalmente reprochables) de encubrimiento que realiza la prensa (un reportero, Lemmon, y su director, Matthau) para sacarle jugo periodístico al asunto.

Pero retomando la peli “Nightcrawler”. Hay un diálogo de su protagonista, también en paro en ese momento de la acción, en el que manifiesta el protocolo que está siguiendo para encontrar una salida a su estado laboral. Ha escrito en un papel qué se le da mejor hacer; cuáles son sus habilidades, sus destrezas, y cuáles sus debilidades, las cosas que se le dan peor. Al final obtienes una guía que te permite hacer dos cosas (en vistas a alcanzar tu objetivo), esto es, o bien desarrollar tus cualidades o mejorar tus carencias. No sé si este ejercicio (tan sencillo pero tan vital) se realiza antes de entrar en la Universidad pero, si no es así, debería formar parte del proceso de selección de estudios superiores. Seguro que serviría para aunar aptitud y vocación, el binomio del éxito profesional.